jueves, 29 de marzo de 2007

Días nublados llenos de ideas

Hoy tengo muchas cosas que decir porque, al estar solita en casa, la cabeza me ha funcionado a una mayor velocidad de lo normal...a pesar del frío.

Aún me encuentro en pijama y evito comenzar a ordenar la casa y tener que bañarme porque estoy cómoda así, a medio levantar. Mientras trato de ocupar mi tiempo en lo que no es importante me detengo a ver la televisión. En varios canales de teve se pasan imágenes con violentas manifestaciones e irracionales acciones, frente a lo que me pregunto, ¿por qué?

Se puede estar completamente de acuerdo con los reclamos de quienes protestan, pero es incomprensible el método de dar a conocer sus demandas. No es coherente atacar a otro ciudadano cuando se pide que se mejore la calidad de algo para todos. Es un poco ilógico que la manera de mostrar nuestro malestar sea destrozando la ciudad, atacando vehículos y transeúntes o edificios que dan trabajo, educación, vivienda o salud a un grupo de personas.

Debo explicar antes de seguir que no creo en la violencia como forma de protesta y menos cuando estos actos atentan contra oras personas y sus derechos.

Retomando, es claro que no estaremos jamás todos los ciudadanos del mundo de acuerdo en cual es la mejor forma de vivir, educarnos, entretenernos o lo que sea, pero esto no puede conllevar ataques violentos de los unos contra los otros. Por lo mismo tampoco es justa la violencia económica y social que contra miles de personas ejercen los poderosos, porque todos sabemos que muchos están excluidos y ni siquiera pueden acceder a la incompleta calidad de vida que otros si tenemos.

¿Y qué hace entonces? Según sea la situación las acciones serán distintas, pero en general hay que saber respetar a quien esté a nuestro alrededor, se compartan o no las ideas. Definitivamente las acciones pacíficas pueden ser más lentas y quizás mantener nuestra desconformidad por más tiempo del que creemos prudente, mas no se puede intentar convencer a los otros de nuestro parecer violentamente, porque generalmente estamos demandando que se nos trate justamente, independiente de cual sea el tema. Por ejemplo, al exigir una mejor educación o un transporte digno, como ha ocurrido en Chile, estamos pidiendo que sea justo el trato para todos, que el acceso sea igualitario y que se deje de violentar nuestro derecho a dignidad y calidad de vida. Pero esto no implica que tengamos que atacar con violencia a nuestros "enemigos", porque nadie entiende con violencia ni le gusta ser violentado.

Está absolutamente claro que las injusticias atacan más a un grupo que a otro y que cada vez es más difícil luchar por lo que se cree justo, porque la conformidad y el abatimiento en la sociedad deja a la sociedad desunida y sin espíritu de lucha. Lo único que queda por hacer es educar y promover la unión, mostrar que tenemos derechos y debemos exigirlos, hacer ver a todos que quienes están en el poder llegaron ahí gracias al apoyo de todos y que siempre se pueden cambiar las cosas sin dañar a nadie, aunque se tarden más de lo deseado.

Quizás mis reflexiones en torno a las protestas que conmemoran el día del joven combatiente sean muy elevadas y utópicas y para muchos versadas desde el desconocimiento y la falta de problemas, pero es lo que yo siento y pienso y es la forma en que estoy convencida se debe construir sociedad para beneficiar a todos y evitar dañar a cualquiera, sea quien sea y piense lo que piense.

Saludos a todos

Ciao

jueves, 1 de marzo de 2007

Punto de giro

Hay días en los que la vida da giros inesperados en un solo segundo y si nuestro existir fuera una película sería el clímax que determinará como termine el filme.

Estos eventos sorpresivos suelen ser más malos que buenos, ya que esos giros positivos suelen parecernos el final del capítulo de la serie o ese momento perfecto en que la historia de la película comienza a concluir en calma y felicidad. Pero, como la mayoría de las veces nos cruzamos con esos instantes grises que nublan nuestra vista y destrozan el poco orden conseguido, solemos asociar a lo inesperado con lo malo. Esta asociación es bastante lamentable, ya que las sorpresas, los cambios románticos de planes o los entretenidos juegos de los amigos pasan a la categoría de situaciones angustiantes y terminamos más sufriendo que disfrutando ese momento mágico.

Ahora, también puede ocurrir que estos momentos nos ataquen sin ser nosotros alérgicos a los cambios y las sorpresas y terminen convirtiendo un grato momento en uno amargo y a nuestras vidas en un lío. Ok, sí, para que la vida sea un lío debemos quererlo así, pero puede ser que la fibra tocada por este fatídico instante sea demasiado sensible o un tema intransable y ahí la opción es cambiar de ideas o hacerse el ciego. Y ninguna de las alternativas es bueno, porque es difícil que uno cambie sus ideas en temas importantes como la forma en que concibe las relaciones humanas, la importancia de amigos, novi@s o familia y otras cosas de ese estilo. Por otro lado, la posibilidad de hacer como que no pasó nada jamás será positiva, ya que alguna de las partes involucradas en aquel punto de giro será marcado por el silencio que deba guardar.

¿Qué hacer entonces? Mi respuesta es afrontar el momento con toda la entereza posible, sin tranzar en aquellos puntos claves de nuestra vida y dispuesto siempre a superar el problema, porque sea como sea la vida sigue.

¿Qué piensan ustedes?