martes, 12 de julio de 2011

Nostalgia...o lo que sea

La verdad es que hace días vengo pensando pasar por aquí a depositar algunas ideas, pero se han pasado las horas sin que logre decidir qué y cómo escribir, así que he ido acumulando ideas de forma desordenada en mi cabeza. No sé por donde partir. Quizás, porque no hay un inicio claro.
Como siempre, el guionista interno no ha dejado de trabajar, pero no está causándome mayores problemas. De hecho, hasta logra entretenerme con sus locas ideas, haciendo que imagine escenarios imposibles, permitiéndome disfrutar de mi propia imaginación.
Pero la cuenta regresiva está empezando a pasarme la cuenta. Pese a que el año pasado celebré sola mi cumpleaños y que esa soledad duró más de lo que yo misma imaginé en esos primeros días de agosto, siempre sentí que habría una continuación...supongo que porque aún me quedaban esperanzas y fuerzas para insistir.
Esta vez, miro hacia atrás recordando otros cumpleaños, meses de julio pasados en que yo hacía planes imposibles y él me ayudaba a aterrizarlos; la interminable lista de deseos que manifestaba de las formas más insólitas con tal de inspirarlo a darme un regalo para hacerme saltar de felicidad.
Más de un cumpleaños lo logró...pero recuerdo con especial cariño una hermosa muñeca de porcelana. Se llama Violeta, la muñeca, que era el nombre que quería ponerle a nuestra hipotética hija. Aún me gusta como nombre para una hija futura, pero es raro pensar en ese nombre sin él acompañándome.
Y aunque, podrán apreciar, la nostalgia era alta, el nuevo trabajo y el desafío de buscar departamento para independizarme me estaban salvando de este tipo de cavilaciones...hasta que tuve un sueño el sábado.
Es medio complejo contar el sueño, porque generalmente logro recordar muchos detalles y a medida que los narro logro reconstruirles, así que siempre voy y vuelvo por el relato. Para ahorrarles el enredo, puedo resumir que estábamos juntos, felices, compartiendo un fin de semana juntos, como lo hicimos tantas veces.
Desperté con esa sensación cálida y agradable de una noche bien dormida, con el cuerpo descansado y el alma cálida, hasta que me di cuenta que estaba durmiendo sola y él seguramente figuraba despertando al lado de otra persona. Ahí desperté, en realidad. Y comencé a extrañarlo.
No sólo fue mi novio y me hizo feliz en los aspectos amorosos, digamos, sino que fue un buen partner, un maravilloso amigo, un gran compañero de trabajo en scout...de pronto descubrí que perdí a varias personas fundamentales en mi vida al perderlo a él. Sí, lo sentí patentemente recién 6 meses después. Supongo que la excesiva contención de las amigas ayudó a que pasara desapercibida esta pena.
Y volví a llorar y a dormir mal. Volví a extrañarlo y a sentir ganas de agarrar el teléfono y llamarlo. Nuevamente me pregunté porqué pasó todo lo que pasó. Otra vez sentí como mi corazón se quebraba...aunque algunas amigas encuentren cursi la frase.
Y me siento sola. Sé que tengo grandes amigas, pero no es lo mismo una amiga que una pareja y todas lo sabemos. Y no quiero estar sola.
Pero decidí que esta vez me quiero dejar conquistar, no quiero buscar, quiero dejar que la vida me sorprenda, pese al dolor, quiero sentir la soledad para luego disfrutar y valorar la compañía de alguien.
Supongo que es una decisión inteligente, pero es difícil. Y a ratos, vuelve a doler como ese día.
¿Pero que más se puede hacer cuando no sabes que quieres? Simplemente esperar, moverte por la vida esperando que algo ocurra, tomando decisiones a medida que los sucesos ocurren.
Lo único malo de todo esto, es que he comenzado a desinteresarme por mi famosa celebración...y eso que llevo meses planeándola...supongo que en unos días volverá todo a la normalidad.

viernes, 1 de julio de 2011

Antojo de un capuccino

Pese a que tengo problemas con el frío, el invierno siempre tuvo para mi cosas especiales que lo hacían mágico, romántico, melalcólico.
Cuando era pequeña, tenía unas botas de agua azules de Bubble Gummers que amaba y con las que podía meterme en cualquier posa, eran geniales. En los últimos años de la básica, el invierno era ideal para pijamadas o tardes cocinando con mi mejor amigo, una buena excusa para pasar el tiempo bien acompañada. En la media, adopté la mala costumbre de quedarme a conversar con mi profesor de literatura y en una de esas conversaciones me pegó el gusto por caminar bajo la lluvia...esa sensación de que los pensamientos y malos ratos se los llevaba el agua valían más que el reto de mi mamá al llegar empapada a la casa.
Pero después se transformó en mucho más. Paseos debajo de un solo paraguas camino a un cafecito, una buena conversación acompañada de un buen capuccino y si no estaba lloviendo una caminata haciendo crujir las hojas de los árboles del Parque Forestal.
Tengo antojo de un capuccino bien conversado en el cafecito de Lastarria...pero ya no existe el cafecito ni la compañía. Tengo nostalgia de esas caminatas conversando de superficialidades que terminaban en un análisis profundo del sistema político, económico o social del país y el mundo, y los posibles métodos de solución. Me hace falta sentirme así de amada y acompañada, con proyectos tontos y trascendentales entre manos, construyendo mi futuro y el de alguien más.
Sé que nuestra historia ya no tiene ningún sentido, que nuestros planes en la vida no calzan, que nuestra forma de vivir la vida es incompatible...que ya no te amo y que definitivamente ya no me amas...pero eso no implica que no te extrañe.
Además, el proceso de descubrir mis errores me ha mostrado que hice tantas cosas mal, que definitivamente pude hacer las cosas mejor. Aunque también he visto más errores tuyos y he logrado reafirmar mi decisión racional de dejar de luchar, pero a ratos aún duele, casi como el primer día.
Por todo eso y más tengo antojo de un capuccino. Tengo nostalgia de la vida que tenía. Tengo melancolía de sentirme amada y amar a alguien.
Definitivamente hay personas hechas para disfrutar la soltería -como varias amigas- y otras que como yo pareciera que nacimos para vivir en pareja y que la soltería nos queda incómoda. Peor si después de tantos años olvidaste como conquistar, que ya no es tan fácil conocer gente y que, por supuesto, ya no solo necesitas a un chiquillo guapo. Claro, si es que hablamos de buscar una relación, porque para pasarlo bien daría exactamente lo mismo...
A pesar de todo, tengo antojo de un capuccino.