martes, 31 de mayo de 2011

Fase final

Aunque parezca medio tirado de las mechas, me quedan dos meses para que esta crisis mala persona que me ha acosado los últimos cinco meses de mi vida se acabe. Y aunque tengo claro que uno no decide así como así cuando entra o sale de un duelo, yo he elegido una fecha especial para celebrar mi año nuevo (que no tuve, prácticamente) y empezar a vivir mi nueva vida.
¿De dónde sale esta idea? Ocurre que después que expresé mi rabia, intenté ponerme en paz conmigo misma y con el susodicho, lo que trato de hacer cada noche antes de dormirme. No es que ahora solo tenga buenos deseos para él y que en mí solo queden buenos recuerdos, pero digamos que de a poco he dejado salir mi rabia y mi pena para poder empezar un nuevo camino.
Estos cinco meses han sido muy dolorosos, sufridos, agotadores. Han significado una evaluación rigurosa de cada aspecto de mi personalidad, de mi manera de sentir, pensar y querer; me obligaron a revisar cada uno de los siete años que vivimos juntos y ver como nos equivocamos una y otra vez. En estos cinco meses tuve que llorar por perderlo, porque no me amara más, por extrañarlo cada día y por odiarlo al mismo tiempo que lo sigo extrañando.
Sí, definitivamente he crecido y seguramente me queda mucho más que sacar en limpio, pero siento que ahora puedo dedicarme a construir nuevamente, al mismo tiempo que sigo viviendo este duelo que tanto me ha golpeado.
No, no estoy pensando en salir a vivir "la vida loca" como dice una de mis amigas ni buscar a algún chiquillo que me ayude a olvidar, como han propuesto otras. La verdad es que pese a esta tremenda ruptura, todavía creo en que vale la pena buscar o esperar a alguien especial con quien compartir desde esos tontos momentos de la conquista hasta los más profundos momentos de los planes juntos. No me cierro a las posibilidades que me de la vida, pero me gustaría estar sola hasta que llegue alguien con quien construir algo y no simplemente divertirme un tiempo. Aunque no lo crean, todavía soy una romántica empedernida.
¿Qué significa esta decisión entonces? Significa que me dedicaré cada día durante los próximos dos meses a sacarme la pena y la rabia. Si es necesario, escribiré todos los días en este blog, me acostaré pensando cada noche que la rabia se vaya, pediré a Dios o a quién sea que me ayude a encontrar la calma y me dedicaré a mirar el lado amable de las cosas aunque se transforme en un esfuerzo hacerlo.
Quiero tener la posibilidad de disfrutar la vida, sola o acompañada, y dejar de sentir que él me hace falta para ser realmente feliz.
A ratos tengo la loca idea de que, en quien sabe cuanto tiempo más, podremos conversar acompañados de un capuccino o paseando por el Forestal (como en los viejos tiempos) y reconciliarnos con nosotros mismos y con el otro. También he pensado que cuando viaje a Santiago le bajará la loca y querrá cerrar este capítulo. Sé que es insano guardar este tipo de esperanzas, porque no tienen ningún sustento y porque no me ayudan a seguir, pero la mente y el corazón son más traicioneros de lo que yo creía.
Entonces, la noche del 6 de agosto, mientras celebre mi cumpleaños, celebraré mi año nuevo personal y trataré de dejar atrás la pena de estos meses y empezar un nuevo capítulo de mi vida: más madura, más fuerte, más clara y menos cargada de muchos defectos que descubrí en mi.
Es verdad que mi cumpleaños siempre ha tenido una carga especial para mi, es el inicio de un nuevo año de vida y, por ende, siempre lo he considerado una suerte de año nuevo. Pero como el paso del 2010 al 2011 para mi fue bastante amargo, esta vez quiero que el cumpleaños sea mucho más mi año nuevo que otras veces.
Así es que, a 65 días de mi cumpleaños, empiezo la cuenta regresiva y comienzo a dejar atrás la pena, la rabia y el luto que he llevado estos cinco largos meses.

P.S: Quiero hacer una aclaración. Mi post anterior estuvo cargado de insultos y, pese a que soy muy chucheta, trato de no reflejarlo aquí ni menos dirigirlo hacia otros. Sé que ella no tiene la culpa de nada y que, en el fondo, él tampoco es culpable, simplemente decidió cosas que a mi me hicieron daño...me gusta más la palabra responsable. Pero, independiente de eso, no le guardo rencor. De todos modos, creo que es mega normal que en un proceso tan doloroso como este duelo (porque ha sido un duelo, donde lloré la muerte de un nosotros, de él y de quien era yo) en algún momento necesitemos descargar la rabia contra alguien. Esop.

jueves, 26 de mayo de 2011

Tengo rabia

Sí, así de sencillo como dice el título: tengo rabia. Si fuese un poco más profunda, según mis amigas esto se llama "la fase rabia del duelo", pero la verdad es que para mi es un poco más que eso.
Sí, efectivamente entré en la fase rabia del duelo y ya no sé si lo amo tanto como lo detesto. Pero también me pasó algo mientras leía el libro de turno (Come Reza Ama de Elizabeth Gilbert) que me aclaró algunas cosas, pero me dejó nuevamente estancada.

"Richard el Texano me pregunta si voy a pasarme la vida pensando de mí misma lo que pensaba de mí mi ex marido y le contesto que aún no lo tengo muy claro. La verdad es que mi ex me influía mucho y tengo que reconocer que sigo medio esperando que el hombre me perdone, me libere y me deje seguir mi camino tranquilamente.
El granjero irlandés comenta:
-Ponerte a esperr a que ese día llegue no parece una manera muy racional de emplear tu tiempo.
-Gente, ¿que queréis que os diga? -me defiendo-. La culpa es lo mío. Hay otras mujeres que se dedican a la moda, por ejemplo.
La ex monja católica (que debe de ser experta en el tema de la culpa, digo yo) no se traga mis excusas.
-La culpa es el truco que usa tu ego para convencerte de que estás progresando moralmente. No te dejes engañar, querida.
-Lo peor del final de mi matrimonio es que no hubo final -les explico-. Es como una herida abierta que no se cura nunca.
-Si te empeñas, allá tú -me dice Richard-. Si te lo quieres tomar así, no seré yo quien te lo impida.
-Un día de éstos tengo que solucionar este asunto -afirmo-. Lo que no sé es cómo."
(extracto del cuento 60 del libro Come Reza Ama)

Y ese es el punto...¿cómo? No sé si efectivamente me siento culpable como se siente la protagonista, Liz, en el libro. En esa historia ella, de un minuto a otro (bueno, no fue tan así) descubre y decide que no quiere seguir con su matrimonio de 7 años. Eso da para sentir algo de culpa, creo yo.
Pero también siente que necesito un final. Sé que hemos hablado de esto miles de veces y que no hay como tener un final como el que yo quisiera. Eso ya lo entendí. También entendí que mi parte espiritual no es tan profunda como la de Liz, así que no puedo hacer una ceremonia de perdón espiritual mientras medito tendida sobre un tejado mirando las estrellas. ¿Qué me queda? A mi modo de ver, comerme la rabia con palitos chinos...¬¬.
Claro, lo amé tanto que quería conversar, saber qué pasó, decirle que sentía haberle fallado, escuchar que él sentía haberme fallado, y cada uno seguir su camino, triste, pero medianamente feliz.
Ahora, cada vez que lo recuerdo (lo que ocurre más seguido de lo que quisiera), mi primer pensamiento es "éramos tan felices" o "podríamos estar haciendo esto juntos"...y automáticamente después mi diablito interno interviene y me dice "¡es un conchesumadre que se está tirando a una peuca feliz de la vida en Iquique, que se pudra!". Eso me está matando. Después de todo, soy menos mala de lo que pensé (buuuuuu).
¿Qué saco en limpio? Bueno, parece que ya no lo amo, sino que me duele lo que no fuimos, pero ya no lo amor como antes. Pero la fase rabia me va a matar. Como le dije a una amiga antenoche, la mierda me está ahogando por dentro y ya no sé como sacarla.
No pasaré a explicar mis últimos sueños, pero ya ni dormida dejo de tener rabia y pena y más rabia y más pena y todo junto, así que duermo pésimo y amanezco muerta, como si hubiese batallado toda la noche (bueno, en efecto lo hago).
¿Qué sería lo ideal? Mmmm...lo ideal sería poder agarrar un bate y hacer mierda una casa entera, sacarme la rabia y seguir adelante. Sí, eso sería lo ideal, porque creo que verlo puede ser una mala idea. Si fuese un poco más...mmm...yo, por así decirlo, lo ideal sería verlo, conversar, discutir, gritarnos, seguir discutiendo, besarlo y despedirnos para siempre. Sí, así bien melodramático y romántico como nos gustan las historias a los dos. Pero eso no pasará...nunca...no, NUNCA.
Así que aquí me encuentro, escribiendo este post tratando de buscar una solución a mi alcance para esta situación. Pagaría por hacerme un borrado de memoria selectivo y sacarlo de mis recuerdos, pero la verdad es que eso tampoco sería sano.
Y aquí es donde la rabia me carcome. ¿Por qué el tuvo la posibilidad de irse de esta mierda de ciudad, encontrar una buena pega, una maraca que lo quisiera y vivir la vida perfecta en una ciudad con buen clima eterno? ¿Por qué el pudo borrarme, así, de un plumazo y empezar a comerse a otra weona mientras yo sigo llorando por los rincones?...agrrrrrrrrrrr
La verdad es que escribí esto simplemente para tratar de sacarme algo de mierda de adentro y creo que, de alguna forma, resulto, porque estoy entrando a la fase llorar de estos ataques de rabia.
Espero que si alguna de ustedes tiene una idea me la haga saber (idealmente como comentario en este blog o por mail...en facebook lo lee todo el mundo!) y que se banquen mi repentino mal carácter, porque además de toda esta rabia, tengo miles de otros problemas cotidianos que también me sacan de quicio...mal!
Besos
Piu

jueves, 12 de mayo de 2011

Me bajo del columpio A-HO-RA

Quizás suena un poco agresivo el título, incluso pensé poner que me bajaba del mundo, pero en realidad no es eso. Decidí que este capítulo mega depresivo llega hasta aquí. Y punto.
Para los que ya comenzaron a festejar pensando que no tendrían que verme llorando por los rincones nunca más y que se libraban de escuchar mis estúpidos análisis depresivos, se han equivocado. La pena no se me va a quitar de un día para otro y tengo muchos motivos por los que seguir llorando mi pérdida y este proceso maldito de muerte y resurrección. Pero no quiero quedarme en la lógica de "aquí se acabo mi vida" o "nunca más me voy a enamorar", aunque ambas cosas se me hayan pasado por la mente y no haya terminado de convencerme de lo contrario.
Ocurre que tuve una sesión con mi psiquiatra bien desgastante el martes (sí, para los que no sabían voy al psiquiatra y no me da vergüenza ni me siento loca). Ahí analicé los últimos episodios de esta agotadora pena y, definitivamente, lloré lo suficiente como para tener dolor de cabeza todo un día y decidir que era suficiente.
Sigo extrañando al hombre que amé durante estos últimos trascendentales años de mi vida y estoy convencida que tardaré otros tantos años más en lograr sentir lo que sentía con él, porque tardamos años en crear esa complicidad. Siguen doliendo mis errores y los suyos, cuesta ver cómo me equivoqué y lo estúpida que me he comportado. De alguna extraña forma, pese a los defectos y a estar convencida de que no podemos estar juntos, sigo amándolo tanto que aún me rio recordando todo lo bien que la pasábamos juntos.
Pero ya no está y no puedo vivir recordando, llorando, odiando y amando al mismo tiempo por el resto de mis días, porque por diox que es agote para mi y qué decir para los demás.
Le pedí disculpas. Sí, para muchas sonará como una insensatez apoteósica y querrán cachetearme a través de la pantalla, pero le pedí disculpas porque era necesario. Mandé correos amorosos y desagradables sabiendo que no quería recibirlos, lo presioné para que respondiera y lo metí en discusiones cibernéticas desagradables teniendo claro que no quería llegar a eso. Hice algunas maldades innecesarias sólo por joderle la pita, siendo que digo amarlo y aún así trato de (en una medida quizás infantil) hacerle daño.
Por todo eso pedí disculpas y me liberé de parte de la mierda que me carcomía por dentro. No, no respondió, pero era lo mejor que podía pasar, porque un "gracias por disculparte" me habría dado esperanzas y un "deja de escribirme y ándate a la chucha" me habría matado.
Después de eso decidí que habia que parar el escándalo y dedicarme a mi. Tengo mucha pega que hacer, de la trascendental y de la superficial.
La última, que es más entretenida, implica ponerme mega regia porque mi cumple será de disfracez y quiero ser Campanita (Thinke Bell, para las que tuvieron dudas). Puede sonar como algo infantil, pero yo soy igual a esa pequeña hada que se roba la película en Peter Pan: Apasionada, impulsiva, gruñona, vengativa, amorosa cuando quiere y muchas cosas más. Ok, soy más adulta que eso, pero no pueden negar que tengo mucho de esa diminuta mágica.
Bueh, la cosa es que para ser Campanita tengo que estar harto más regia que ahora y eso requiere trabajo. Estoy comiendo mejor, haciendo ejercicio y me entregaré a las manos de expertos para lograrlo (no, sin bisturí de por medio, que miedo!).
Ya en lo trascendental, tengo que enfrentar mis defectos, esos que dañan a otros y los que me dañan a mi y deshecharlos. Tengo que encontrar esa escencia que quien sabe cuando perdí y recuperarla. Tengo que descubrir mis motivaciones para darle sentido al día a día. Tengo que dejar de sufrir para dejar de temer y volver a buscar compañía, porque estar solo es de lo peor que puede pasar en la vida (mi humilde opinión).
Entonces hay mucho que hacer como para seguir simplemente lamentándome y sufriendo. Por eso, decidí bajarme del columpio en que Murphy o quién sabe que otro me subió y decidí tratar de enfrentar esta monumental misión.
Para qué escribir todo esto. Para que vean que, pese a todo lo que lloré no se me ha secado ni el cerebro ni el corazón y que, después de todo, quiero seguir viviendo. Y por qué si comparto las penas, porqué no las alegrías (aunque sean chiquitas).
Espero sigan bancándose a esta tonta llorona en sus vidas y que, obvio, sigan leyendo y comentando.
Por ahora, termino de sacar la mierda que me carcome por dentro para tratar de empezar a avanzar.

lunes, 2 de mayo de 2011

Dejando la carga atrás

No se trata de ya no tener pena. Tampoco es que, de pronto, se haya acabado el amor. Digamos, simplemente, que de pronto vi las cosas de otra forma y, al parecer, tengo ganas de seguir.
Aún no sé como haré para quitarme esta pena, como es que dejará de doler o como será sentir algo por alguien distinto a él; pero siento que ya hice absolutamente todo lo que estaba a mi alcance, incluso olvidándome de lo que yo misma, en mi sano juicio, me habría permitido hacer.
Yo no terminé con esta historia, ni fui la que se negó a conversar. No fui quien huyó de los problemas, tampoco la persona quien no quiso enfrentar al otro que dejó atrás. Yo no tengo rabia (bueno, obvio que hay cosas de esta historia que me dan rabia, pero no le tengo rabia a él), ni me quedé pegada en los detalles de un día en particular, sino que he tratado de mirar la historia en perspectiva y en su conjunto.
Por todo lo anterior es posible que yo tenga tanto dolor y él tanta rabia. A mi me faltó la oportunidad de cerrar el capítulo a mi manera, con una conversación en que nos dijeramos que había pasado.
A él le quedó la rabia atragantada, lo que le ha nublado la vista. Además, tuvo la posibilidad de decidir y huir, no sólo metafóricamente, sino que físicamente, lo que le facilitó poder dar el paso siguiente y entrar en otra relación. Pero sé, porque lo conozco bien, que se preguntará más de alguna vez si hizo bien con mandar todo a la cresta...y es probable que en algún momento en el futuro, en muchos años más, nos encontremos y dude si valió la pena todo lo que hizo.
Ahora bien, independiente de si eso ocurrirá o no, lo importante ahora es que me he sacado cierto peso del pecho. Pese a eso sigue el dolor, la pena, esa suerte de funeral propio en donde trato de dejar atrás lo malo y tomar fuerzas para sacar adelante lo bueno que quede de mi y generar una suerte de nueva Paulina...será difícil, lo sé, porque aún no tengo claro prácticamente nada de lo que quiero para mi, pero en algún momento -espero- tendré la claridad para dar el siguiente paso.
De todos modos, eso sí, persisten las dudas, las miles de preguntas en mi cabeza, las ganas de enfrentarlo y escuchar sus argumentos...pero eso no ocurrirá y trato de sacarme las ilusiones de adentro.
Por ahora, pareciera que la pena me da una tregua y me permite ver con algo de claridad el entorno. Sólo espero que las benditas (o malditas) circunstancias me ayuden para avanza.