jueves, 16 de agosto de 2012

De 1.5 a 2.0

Juraría que algunos post atrás dije que había llegado la versión 2.0 de mi misma. Debo confesarles que les mentí, porque recién ahora creo que llegué a ese punto de evolución y siendo bien honesta, no estoy 100% segura todavía.
Evidentemente han pasado muchas cosas en un poco más de dos meses desde mi último paso por aquí. Sucesos concretos, procesos internos, momentos de euforia y nuevas crisis de angustia. Sí, esta vez podría escribir varios capítulos para el libro del proceso iniciado en diciembre de 2010.
En la entrada anterior hay un aire de confusión y romanticismo propio de una quinceañera, y la verdad es que pasé por ese estado un rato. Este texto, intuyo, dejará más bien una ráfaga casi del tipo tornado de confusión, buenas intenciones y nuevos planes, para variar. De hecho, si lo pienso bien, no habrá muchas diferencias en el contenido de este post respecto de varios de los anteriores, en donde, después de una crisis o ataque de angustia, regresaba con energías recargadas para volver a decirle a el Sr. Destino que las cosas aquí se van a hacer a la pinta mía. Bien poco me ha durado ese espíritu confrontacional todas las veces anteriores.
Cada vez estoy más convencida de que ese día de diciembre en que todo comenzó se desataron dos grandes crisis en mí. La primera, de carácter sentimental, ya está superada. Dejé de llorar por quien quiso dejar mi vida y, aunque a veces lo recuerdo con cariño e incluso algo de nostalgia, ya no creo necesitarlo ni lo volvería a buscar. El gran problema vino cuando entre medio de esa pena desgarradora que me atacó, surgieron millones de dudas sobre quién era, qué quería y hacia dónde me dirigía.
Controladora e híper organizada como soy, quise responderme todas las preguntas. Me senté a mi misma en una incómoda sala de reunión y comencé a aplicarme un cuestionario periodístico para hacer mi perfil para una revista de mujeres. Nada más complejo que entrevistar a una periodista controladora, inteligente, miedosa y con verborrea como yo. No logré sacar mucho en limpio de ese diálogo estructurado conmigo misma.
Entonces fue cuando decidí dejarme fluir, entregarme un poco a mis emociones. Y me convertí en una quinceañera insufrible a la que no podía soportar, manejar ni menos comprender. Todavía no me explico como creí que ser mi anti yo me iba a servir de algo.
Y no crean que ahora saldré con una respuesta brillante en donde les cuento que encontré la clave del éxito, me respondí las preguntas clave y decidí comenzar a avanzar con esas pistas. Olvídenlo, no se olviden del blog que están leyendo.
En estos últimos dos meses me aventuré a vivir según creí que era correcto vivir para no volver a cometer los mismos errores del pasado, no contradecirme, pero mejorar. A ratos el plan funcionó e incluso creí que tendría éxito, pero ahora que miro retrospectivamente y con menos carga emocional los hechos, veo que me traicioné en aspectos que no puedo obviar de mí y que por lo mismo las cosas no salieron como esperaba.
Supongo que a raíz de esas traiciones a mi esencia es que finalmente hice crisis. Sí, crisis así como hace un año y medio atrás, con ataque de llanto, ahogo, falta de ánimo, angustia y todo lo demás. Esto, hace dos semanas atrás.
Por lo mismo, aún no he encontrado "la llave a mi felicidad" ni "la clave" de la nueva yo, pero estoy medianamente tranquila con esa incertidumbre. Porque no es posible que yo y la incertidumbre seamos "amiguis" de la noche a la mañana, pero por lo menos creo que puedo compartir en la misma habitación que ella e incluso mantener una conversación.
He comenzado a bosquejar algunos objetivos y he decidido que dentro de un año evaluaré los avances. Ya entendí que no puedo dejar de lado los esquemas y que para mí son necesarios para avanzar, pero tampoco voy a hacer una carta gantt imposible de ser modificada.
Este mes, de alguna forma, será de transición. Estoy terminando de aclarar algunas ideas, espero cerrar algunos capítulos y tomar el aire suficiente para realmente volver a empezar.
No voy a negar que este año y 7 meses me han permitido aprender mucho de mi, sacar conclusiones de mi vida e incluso conocer a personas maravillosas y estrechar lazos de amistad. Pero también me he quedado estancada, empantanada en mis miedos e inseguridades.
Así que decidí volver a aprender a caminar otra vez. Y tengo la certeza que esta vez no solo tomé una decisión, sino que tengo la claridad y la energía para ejecutarla.
Sé que el final suena un poco repetido, pero...ya veré, ya veremos.

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