lunes, 2 de mayo de 2011

Dejando la carga atrás

No se trata de ya no tener pena. Tampoco es que, de pronto, se haya acabado el amor. Digamos, simplemente, que de pronto vi las cosas de otra forma y, al parecer, tengo ganas de seguir.
Aún no sé como haré para quitarme esta pena, como es que dejará de doler o como será sentir algo por alguien distinto a él; pero siento que ya hice absolutamente todo lo que estaba a mi alcance, incluso olvidándome de lo que yo misma, en mi sano juicio, me habría permitido hacer.
Yo no terminé con esta historia, ni fui la que se negó a conversar. No fui quien huyó de los problemas, tampoco la persona quien no quiso enfrentar al otro que dejó atrás. Yo no tengo rabia (bueno, obvio que hay cosas de esta historia que me dan rabia, pero no le tengo rabia a él), ni me quedé pegada en los detalles de un día en particular, sino que he tratado de mirar la historia en perspectiva y en su conjunto.
Por todo lo anterior es posible que yo tenga tanto dolor y él tanta rabia. A mi me faltó la oportunidad de cerrar el capítulo a mi manera, con una conversación en que nos dijeramos que había pasado.
A él le quedó la rabia atragantada, lo que le ha nublado la vista. Además, tuvo la posibilidad de decidir y huir, no sólo metafóricamente, sino que físicamente, lo que le facilitó poder dar el paso siguiente y entrar en otra relación. Pero sé, porque lo conozco bien, que se preguntará más de alguna vez si hizo bien con mandar todo a la cresta...y es probable que en algún momento en el futuro, en muchos años más, nos encontremos y dude si valió la pena todo lo que hizo.
Ahora bien, independiente de si eso ocurrirá o no, lo importante ahora es que me he sacado cierto peso del pecho. Pese a eso sigue el dolor, la pena, esa suerte de funeral propio en donde trato de dejar atrás lo malo y tomar fuerzas para sacar adelante lo bueno que quede de mi y generar una suerte de nueva Paulina...será difícil, lo sé, porque aún no tengo claro prácticamente nada de lo que quiero para mi, pero en algún momento -espero- tendré la claridad para dar el siguiente paso.
De todos modos, eso sí, persisten las dudas, las miles de preguntas en mi cabeza, las ganas de enfrentarlo y escuchar sus argumentos...pero eso no ocurrirá y trato de sacarme las ilusiones de adentro.
Por ahora, pareciera que la pena me da una tregua y me permite ver con algo de claridad el entorno. Sólo espero que las benditas (o malditas) circunstancias me ayuden para avanza.

1 comentario:

Ambar Núñez dijo...

Me parece del uno pirulo.

No tengo tiempo para escribirte más en este minuto.

Pero me parece del uno pirulo.

Te quiero!!!