jueves, 12 de mayo de 2011

Me bajo del columpio A-HO-RA

Quizás suena un poco agresivo el título, incluso pensé poner que me bajaba del mundo, pero en realidad no es eso. Decidí que este capítulo mega depresivo llega hasta aquí. Y punto.
Para los que ya comenzaron a festejar pensando que no tendrían que verme llorando por los rincones nunca más y que se libraban de escuchar mis estúpidos análisis depresivos, se han equivocado. La pena no se me va a quitar de un día para otro y tengo muchos motivos por los que seguir llorando mi pérdida y este proceso maldito de muerte y resurrección. Pero no quiero quedarme en la lógica de "aquí se acabo mi vida" o "nunca más me voy a enamorar", aunque ambas cosas se me hayan pasado por la mente y no haya terminado de convencerme de lo contrario.
Ocurre que tuve una sesión con mi psiquiatra bien desgastante el martes (sí, para los que no sabían voy al psiquiatra y no me da vergüenza ni me siento loca). Ahí analicé los últimos episodios de esta agotadora pena y, definitivamente, lloré lo suficiente como para tener dolor de cabeza todo un día y decidir que era suficiente.
Sigo extrañando al hombre que amé durante estos últimos trascendentales años de mi vida y estoy convencida que tardaré otros tantos años más en lograr sentir lo que sentía con él, porque tardamos años en crear esa complicidad. Siguen doliendo mis errores y los suyos, cuesta ver cómo me equivoqué y lo estúpida que me he comportado. De alguna extraña forma, pese a los defectos y a estar convencida de que no podemos estar juntos, sigo amándolo tanto que aún me rio recordando todo lo bien que la pasábamos juntos.
Pero ya no está y no puedo vivir recordando, llorando, odiando y amando al mismo tiempo por el resto de mis días, porque por diox que es agote para mi y qué decir para los demás.
Le pedí disculpas. Sí, para muchas sonará como una insensatez apoteósica y querrán cachetearme a través de la pantalla, pero le pedí disculpas porque era necesario. Mandé correos amorosos y desagradables sabiendo que no quería recibirlos, lo presioné para que respondiera y lo metí en discusiones cibernéticas desagradables teniendo claro que no quería llegar a eso. Hice algunas maldades innecesarias sólo por joderle la pita, siendo que digo amarlo y aún así trato de (en una medida quizás infantil) hacerle daño.
Por todo eso pedí disculpas y me liberé de parte de la mierda que me carcomía por dentro. No, no respondió, pero era lo mejor que podía pasar, porque un "gracias por disculparte" me habría dado esperanzas y un "deja de escribirme y ándate a la chucha" me habría matado.
Después de eso decidí que habia que parar el escándalo y dedicarme a mi. Tengo mucha pega que hacer, de la trascendental y de la superficial.
La última, que es más entretenida, implica ponerme mega regia porque mi cumple será de disfracez y quiero ser Campanita (Thinke Bell, para las que tuvieron dudas). Puede sonar como algo infantil, pero yo soy igual a esa pequeña hada que se roba la película en Peter Pan: Apasionada, impulsiva, gruñona, vengativa, amorosa cuando quiere y muchas cosas más. Ok, soy más adulta que eso, pero no pueden negar que tengo mucho de esa diminuta mágica.
Bueh, la cosa es que para ser Campanita tengo que estar harto más regia que ahora y eso requiere trabajo. Estoy comiendo mejor, haciendo ejercicio y me entregaré a las manos de expertos para lograrlo (no, sin bisturí de por medio, que miedo!).
Ya en lo trascendental, tengo que enfrentar mis defectos, esos que dañan a otros y los que me dañan a mi y deshecharlos. Tengo que encontrar esa escencia que quien sabe cuando perdí y recuperarla. Tengo que descubrir mis motivaciones para darle sentido al día a día. Tengo que dejar de sufrir para dejar de temer y volver a buscar compañía, porque estar solo es de lo peor que puede pasar en la vida (mi humilde opinión).
Entonces hay mucho que hacer como para seguir simplemente lamentándome y sufriendo. Por eso, decidí bajarme del columpio en que Murphy o quién sabe que otro me subió y decidí tratar de enfrentar esta monumental misión.
Para qué escribir todo esto. Para que vean que, pese a todo lo que lloré no se me ha secado ni el cerebro ni el corazón y que, después de todo, quiero seguir viviendo. Y por qué si comparto las penas, porqué no las alegrías (aunque sean chiquitas).
Espero sigan bancándose a esta tonta llorona en sus vidas y que, obvio, sigan leyendo y comentando.
Por ahora, termino de sacar la mierda que me carcome por dentro para tratar de empezar a avanzar.

No hay comentarios: