domingo, 23 de octubre de 2011

A dos meses de...

Hace casi 2 meses que no paso por aquí y la verdad es que no fue descuido ni olvido, sino que no había nada nuevo que decir.
Superé mi estado cuchuflístico y superé septiembre con tranquilidad y alegría, tuve las mejores fiestas patrias de mi vida y comencé a disfrutar con mayor relajo la vida, el cotidiano, el día a día.
Pero este mes iba a ser especial, eso era inevitable. La primera semana de octubre comenzó el problema. El 6 de octubre fue su cumpleaños y pese al silencio y la distancia entre los dos, me cuestioné durante 5 día si debía escribirle un mail para saludarlo o no. Puede sonar tonto, pero después de que me rendí y decidí no buscarlo más, me dije que mi silencio duraría hasta el día de su cumpleaños, momento en que trataría, con las heridas ya sanadas, encontrar las respuestas que me faltaban. Ocurrió que no sané las heridas, que supe que él estaba en pareja, que yo tuve un intento místico de tratar de meterme en otra historia, que me encontré con una Paulina llena de temas pendientes y que trabajar en ellos retrasó el proceso de sanación, aunque lo fortaleció.
Decidí no escribir. Uno de mis mayores errores a lo largo de esos casi 7 años fue el ser siempre quien daba el primer paso, quien guardaba el orgullo y llamaba, quien daba la introducción para la conversa. No, esta vez no sería así, porque si algún día la vida se encargará de reunirnos otra vez las cosas tendrán que ser distintas. Y escribir, aunque sea para dar buenos deseos, era dar pie a que me hablara sin necesariamente haberlo pensado de antemano.
También ocurría que esa semana, se supone, él me buscaría. De dónde saqué esa información, pues muy sencillo, una desafortunada lectura del tarot. Y digo desafortunada no porque quien lo haya hecho tuviese malas intenciones o porque me haya mentido, pero esa supuesta aparición - que no ocurrió - me tuvo inquieta demasiado tiempo.
Después de eso, de los sueños extraños y reiterativos, de los nervios, la jornada de melancolía, los recuerdos de los 7 regalos de cumpleaños que le dí y tantas otras cosas, comencé a cuestionarme.
No sé que quiero, no sé porqué me levanto, no sé para dónde voy. Me falta una motivación, la claridad de una meta, la fuerza de un objetivo por conseguir. Me siento sola. Sé que tengo un montón de amigos increíbles a mi alrededor - más amigas que amigos, debo decir - que se encargan día a día de acompañarme en la cotidianidad y de alegrarme los días, pero no es lo mismo y todos lo sabemos.
Hace unos días hablaba con un amigo, uno de esos grandes amigos, sobre lo que era una pareja y a su juicio yo tenía una imagen demasiado idílica y perfecta de ese personaje. Ocurre que durante bastante tiempo tuve lo que me gustaría volver a conseguir...o por lo menos eso creía. Una persona que sea tu partner, que te entienda y que cuando no lo hace te banque; que confíe en ti al máximo y te permita confiar en él; que planifique contigo, que comparta el tiempo juntos y el distanciados, que sea capaz de vivir contigo en el más amplio sentido de la palabra; alguien que sueñe contigo y que los sueños que no comparte te los cuente para que juntos busquen los espacios para cumplir esos anhelos individuales; que te ame y que, por lo mismo, sea capaz de decirte lo que le molesta de ti; una persona que quiera estar contigo, sin importar cuanto va a durar o lo que en el futuro pueda pasar.
Eso necesito...pero eso es algo que tarda un tiempo en descubrirse y que, por lo tanto, no encontraré automáticamente en nadie. Y ahí viene el problema, porque me da "paja" conocer gente - más allá de lo que conocer a alguien en una salida a bailar, se entiende -, me cansa y me aterroriza la idea de comenzar a compartir mi día a día con alguien.
Y en eso estoy cuando un personaje comienza a darme señales contradictorias, vuelve a llamar mi atención y logra enredar un poco más mi mente. ¿Qué hago frene a eso? Aprovecho lo que ya nos conocemos, la buena onda y me "arriesgo" a tantear terreno.
Coqueteo, me confundo, pido consejos a mis amigas, me doy valor y trato de dar señales...¿y qué consigo de regreso? Nada. Miedo - porque de alguna manera está en la misma etapa que yo -, cero claridad, más señales contradictorias y....me agoté ya.
Pero hoy, mientras me duchaba hace unos minutos atrás, después de un rico domingo de flojeo y regaloneo familiar, que quedan dos meses para que se acabe este año maldito.
Dos meses para navidad, dos meses y algo para año nuevo, dos meses para que inicie el año del fin del mundo y tantas cosas más. Para mis vacaciones quedan 3 meses, pero ya llegando enero el ambiente se vuelve festivo, lleno de planes y tiempo libre.
Entonces, ¿vale la pena que me quede pegada esperando señales claras de alguien que no va a arriesgarse por mi?, ¿es inteligente seguir calentándome la cabeza por él, seguir llorando por ese matrimonio que debió ser en una semana pero no será?, ¿servirá de algo tratar de buscar respuestas a mis interrogantes, cuándo aún no sano todas mis heridas? No, a todas las anteriores.
Por eso, decidí que me dedicaré a prepararme para el verano, para el 2012, para cerrar este año de mierda que, cuando mire atrás, será un paréntesis en mi vida.
Espero seguir contando con ustedes, mis fieles lectoras, y mis amigos de siempre. Espero que el camino me vaya dando los anhelos que no tengo y me tenga, de pronto y sin previo aviso, frente a la persona que volverá a compartir la vida conmigo.
Quiero creer que al sacar estas ideas desde dentro de mi, las cosas que espero comenzarán a pasar.

2 comentarios:

danieLa . dijo...

me gusta la nueva actitud :) te quiero

Anónimo dijo...

Wena Pauli... ta choro el blog. Bien escritito, bueno, salvo un par de frases que tal vez no queden muy claras, quizás por la falta de alguna preposición, en fin. Después de la intro técnica le tiro un par de palabras, obvio que super parecidas a lo que debe decir todo el mundo (ya dejé de ser "creativo", ahora sólo soy "recreativo")... eeehhh, si hay algo que no puedes detener en la vida es el paso del tiempo. Y claro, esa que es una buena noticia porque indica finalmente que todo termina por desaparecer, pero para que eso ocurra primero deben "pasarte" cosas. Y no es que me encante el sufrimiento que traen consigo las separaciones, sólo digo que estoy en el lado de la vereda de los que prefieren haber vivido que no. El sufrimiento es la garantía de que realmente te pasaron esas cosas, de que no imaginaste, de que fue real y eso es, aunque no lo creas, muy bueno. Porque puedes escribirlo, recordarlo, sufrirlo, contarlo, llorarlo, postearlo, tuitearlo... aaayyy, en fin... como decía un ídolo por ahí "si algo está enfermo, está con vida", y elijo vivir no importa el costo. Prefiero apostar, prefiero tener cosas que poner en mis textos, en mis canciones, en mis historias, en mis conversaciones... quiero que me siga doliendo la guata cuando alguien me diga que "la vió con su nuevo amor", quiero perder el control de la moto si me la encuentro en la calle, quiero que todo eso me ocurra lo más que se pueda... porque lo único que no puedo detener es el tiempo, que seguirá su camino hasta borrar todo eso... y sin eso ¿cómo se que estoy vivo?
El sufrimiento está inexorablemente destinado a desaparecer, por eso mismo hay que disfrutarlo cuando está.

Eso.
Besos.